Por un hermano
Melampo, consciente de la ayuda que necesita su hermano, piensa en un plan. Primero, ganar la confianza de Filaco; y luego, intercambiar favores.
Para ganar su confianza se deja apresar exponiéndose al perro que le da aviso a su amo.
Después de un año en prisión Melampo exhibe su presciencia (escucha la conversación de unas carcomas) anticipándose a la caida de una viga que pudo costarle la vida.
Filaco, sorprendido, le propone lo que quisiese a cambio de sanar la impotencia de su hijo Íficlo.
Plan consumado.
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