Profecía cumplida, promesa incumplida

Efialtes y Oto amenazan con coger a Hera y Ártemis, lo juran por el río Estigia. La profecia dice que no hay dios ni hombre que pudiese matarlos. Siendo así emprenden su marcha contra el cielo, arman un baluarte, colocando montañas sobre montañas a modo de escaleras, y amenazan con convertir el mar en un inmenso desierto. Al primero que dan curso es a Ares encerándolo en una vasija de bronce. Puestas así las cosas, Ártemis, aconsejada por Apolo, ofrece entregarse a Oto en Naxos. Hera no dice nada. Esto desconcierta a los Alóadas, Efialtes se pone celoso y encara a Oto reclamándole sus derechos de hermano mayor. Entran en un combate feroz hasta que aparece Ártemis en forma de paloma. Ella vuela abriéndose paso entre ellos, y estos, queriendo demostrar su buena punteria, lanzan sus jabalinas que, frente al zigzagueo de Ártemis, terminan atravesándoles mutuamente. Los dioses rescatan a Ares de la custodia de Eribea y condenan a los Alóadas al Tártaro, amarrados con viboras vivas a ambos lados de una columna, y teniendo a la ninfa Estigia posada en lo alto como señal de su promesa incumplida.

Baluarte en San José, México [itdg. Gobierno de Campeche]

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