Jacinto [itd. Wikimedia commons]
La casada infiel de Federico García Lorca
Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua me sonaba en el oído como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos.
[...]
Sus muslos se me escapan como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío
[...]
Sucia de besos y arena, yo me la llevé al río. Con el aire se batían las espaldas de los lirios.
Me porté como quien soy. [...]
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