Mujer luna

NuevaLlenaMenguante
PrimaveraVeranoInvierno
AireTierra o marDebajo de la tierra
SeleneAfroditaHécate
DoncellaNinfa o núbil Vieja

The Moon Woman de Jackson Pollock [itd. Guggenheim, New York]

Los favores de la luna.

La luna que es el mismo capricho, miró por la ventana mientras estabas durmiendo en tu cuna y pensó: "Aquella niña me gusta". Y bajó ligera su escalera de nubes y pasó sin hacer ruido a través de los cristales. Luego se tendió sobre ti con el delicado cariño de una madre, y depositó su colorido en tu rostro. Por ello las niñas de tus ojos han quedado verdes, y tus mejillas extraordinariamente pálidas. Fue al contemplar este visitante cuando tus ojos se agrandaron tanto; y te cogió tan afectuosamente del cuello que, para siempre, te quedaron ganas de echar a llorar. Sin embargo, en la expansión de tu alegría, la luna llenaba toda la habitación como un ambiente fosfórico, como un veneno luminoso; y toda aquella luz viva pensaba y decía: "Sufrirás eternamente la influencia de mi beso. Serás hermosa a mi manera. Querrás cuanto quierro y cuanto me quiere: el agua, las nubes, el silencio y la noche; el mar verde e inmenso; el agua informe multiforme; el lugar donde no estés; el amante a quien no conocerás; las flores monstruosas; los perfumes que hacen delirar; los gatos que se pasman encima de los pianos y que gimen como mujeres, con voz ronca y dulce. Y te querrán mis amantes, te cortejarán mis cortesanos. Serás la reina de los hombres de ojos verdes de quien también apreté el cuello con mis caricias nocturas; de aquellos que quieren el mar, el mar inmenso, tumultoso y verde, el agua informe multiforme, el lugar donde no están, a la mujer a la que no conocen, las flores siniestras que parecen los incensarios de una religión desconocida, los perfumes que perturban la voluntad, y los animales salvajes y voluptuosos que simbolizan su locura". Por esa razón, querida niña maldita y mimada, ahora estoy tendido a tus pies, buscando en toda tu persona el reflejo de la temible divinidad, de la madrina fatídica, de la envenenadora nodriza de todos los lunáticos.

Pequeños poemas en prosa de Charles Baudelaire (Icaria Editorial, 1975)

Tristezas de la luna

Esta noche la luna sueña con más pereza, Cual si fuera una bella hundida entre cojines Que acaricia con mano discreta y ligerísima, Antes de adormecerse, el contorno del seno.

Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes, Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis, Y pasea su mirada sobre visiones blancas, Que ascienden al azul igual que floraciones.

Cuando sobre este globo, con languidez ociosa, Ella deja rodar una furtiva lágrima, Un piadoso poeta, enemigo del sueño,

De su mano en el hueco, coge la fría gota como un fragmento de ópalo de irisados reflejos. Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz.

Las flores de mal de Charles Baudelaire (Alianza Editorial, 2003)

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